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A ContraLuz

Restaurant Massana (*).

Restaurant Massana (*).

SETMANA GASTRONÒMICA

Les tapetes

Galeta cruixent de remolatxa i iogurt

Anguila fumada i pinya

Musclo de roca, fonoll i poma

Bacallà, pèssol i menta

Enfilat de calçot en tempura i salvitjada

Cava Mont Ferrant Berta Bouzy

 

El menú

Salmó salvatge en tartar, vel d’algues i escuma de soja

Blanc Palacio de Menade, verdejo (D.O. Rueda)

Lingot de foie caramel·litzat al cafè i gelat de toffee

Trimbach gewurztraminer (A.O.C. Alsace)

Brou d’ànec, ciurenys i pilota trufada

Blanc Les Cerveres, vinya vella (D.O. Penedès)

Coca d’albergínia, escabetx tebi de muntanya i bolets de primavera

Champagne Henri Abelé La Soirée Parisienne

Calamar, torrada trencada de romesco i patates cremoses en tinta

Champagne Henri Abelé La Soirée Parisienne

Cérvol a la brasa, tatin de moll de l’os i fruits vermells

Negre Sinols coromina (D.O. Empordà)

Mandarina, dolç de pastanaga, gelat de mandarina i pols de menta

Sorbet de xocolata amarga amb cruixent de cacau, teula de xocolata i cafè

Moscatell Sinols (D.O. Empordà)

Cafès i petits entreteniments

Parece la carta de un restorán, ¿n’est-ce pas? Pues no lo es exactamente. Es, ni más ni menos, lo que me metí entre pecho y espalda el viernes pasado a mediodía. Hace ya casi una semana; pero, si no lo digo, reviento.

Durante la Setmana Gastronòmica de Girona, es costumbre que uno de los platos propuestos en el menú, aquél cuya  aceptación haya sido mayor entre los comensales, pase a formar parte de la carta del restorán. Pues bien, no sé yo cuánto llegaría a sudar intentando decidir, cual jurado fallero, qué plato indultar. No es que tardase en tener clara mi preferencia —la compleja delicadeza del lingote de foie caramelizado al café y acompañado de helado de toffee me enamoró enseguida—; pero la angustia se apoderaba de mí al pensar que el resto de exquisiteces quedaban condenadas a la desaparición. Recé en silencio para no ser interpelado.

En fin, si uno no es creyente, ¿qué cabe esperar de semejantes plegarias? Anna y Pere, el matrimonio que hace ya unos años fundase el Restaurant Massana —encantadora maître, ella; genio artista entre fogones, él— no tardaron en llegarse a nuestra mesa y agraciarnos con su plática. Agradecí la informal y desenfadada charla, pues al cabo me sorprendí a mí mismo admitiendo relajadamente la susodicha preferencia gastronómica. Nuri, hermana de Anna, y Montse, con quienes compartía mesa y entusiasmo culinario —no en vano también ellas embutieron entre pecho y espalda cada una de las exquisiteces, una tras otra— eligieron el salmón y el calamar, respectivamente. Triple empate, pues, en nuestra mesa. El resultado definitivo, tras el próximo15 de marzo, fecha en que finaliza esta semana gastronómica gerundense.

¡Ah!, y la estrella Michelin, sobradamente merecida.

Corrigiendo.

Corrigiendo.

Ando corrigiendo mucho últimamente y lo que te andaré morena. Y tras tanto ya corregido, procuro que no cunda el desánimo, de modo que busco alguna explicación que certeramente pueda exonerarme a mí tanto como exculpar a mis alumnos de sus dislates en trabajos y exámenes.

Aprender es un tema muy doloroso; exige ser humilde a una edad en la que el hábito natural es ser arrogante, dijo la poetisa May Sarton. En fin, de momento me vale como justificación, aunque pocos son los que acaban doliéndose; todo sea por no tener que pensar, en vez de en la arrogancia, en la desidia, el desinterés, la indolencia, la pereza y la negligencia, que hacen del espíritu de sacrificio, purita entelequia.

En fin, después de todo, también hay alegrías, que la vida está repleta de barrios y las cosas van por ellos. Y quién sabe si, al final de todo, cuando haya guardado ya el bolígrafo rojo, estadísticas en mano, no habrá incluso para estar contento.

Poema de la Por (versión TIC).

 Gracias, de nuevo, Belén y Pedro. Biel está entusiasmado con esta presentación. Y yo también. Con ella, con los cuentos por entregas para la hora de dormir, con los entrañables ositos picarones de peluche...; pero, sobre todo, con vuestra constante atención.

Y sé que hablo por boca de más de uno. "Paraula de Stone".

 

Esotra parte en la ribera.

Esotra parte en la ribera.

La laguna Estigia, por Joachim Patinir. 

Por si duele un algo menos. Por si desahoga un algo más. Por si cobra más o nuevo sentido.

Me gustan tus poemas, preciosa. Y que me dejes asomarlos aquí.

IV

 

Ara fa un any,

un any enrere

encara hi eres

al món dels vius.

Ara fa un any,

Un any enrere

Em vas prometre

Que esperaries

Al mes de juny.

Ara fa un any,

Un any enrere,

No vas poder,

No vas saber

Com esperar

Tenies pressa,

I t’empaitava

La teva  vida

Com si et fes nosa,

Com si et sobrés,

Com si volguessis

No aguantar més

Al damunt teu

El pes dels dies,

Ni de les hores,

Ni dels neguits,

Ni d’alegries,

No vas poder,

No vas voler,

No vas saber

Ni esperar-me,

Ni esperar-te,

Ni un dia més.

I vas marxar,

Te’n vas anar

A l’altra banda,

Ens vas deixar,

Tenies pressa

Per no tornar.

                                        Àngels T. B.     Desembre 2008

Paronomasia a la vida.

Paronomasia a la vida.

"Anciano afligido", por Vincent Van Gogh.

Peor que el paso de los días es el peso de los días.

Recesionismo.

Recesionismo.

Fotografía: MIGUEL PEREIRA.

El lunes por la mañana, a una hora todavía demasiado temprana, la luna llena, con su lorquiano polisón de nardos, pugnaba por desprenderse del neblinoso cendal que la traslucía. Era la última batalla que se libraba en el cielo antes de que la noche hiemal rindiese su reino a manos del amanecer.

(¡Qué aberrante ampulosidad! Ustedes me perdonen).

A esa justa hora, en la radio del coche, alguien hablaba de recesionismo y yo tardé en darme cuenta de que ese recesionismo a que se hacía referencia no era exactamente el que cabría esperar como tema radiofónico en estos tiempos de hartura de crisis.

El recesionismo, según el diccionario, no existe. Claro, ni falta que hace; ya existe la recesión y, para desgracia de todos, no sólo en el diccionario. Ahora bien, como en su día se diese un modernismo, que hizo de la modernidad estilo, o un vanguardismo, que de la vanguardia hizo lo propio, parece ser que, mutatis mutandis —Dios me perdone el atrevimiento analógico—, hay quienes hoy en día pueden llegar a hacer de la recesión moda.

Hasta ahora, estábamos habituados a que el capitalismo, con su acostumbrada perversión, cual funesto e infalible Midas, convirtiese en moda cuanto tocase. Verbigracia, el movimiento jipi fue reducido a pantalones de campana, camisas estampadas y paredes interiores de papeles pintados floreados; la rebeldía revolucionaria del "Che" ha sido reducida, finalmente, a simple icono para chapitas, fundas de móviles o estampados de camisetas. Y así ad æternum.

Ahora, no el capitalismo exactamente, pero sí las esposas de sus hijos predilectos, moldean a su antojo y provecho, cual simple plastilina, la férrea recesión que a los de a pie nos atenaza. Lo chic, el no va más, de doña señora de tal ya no es despilfarrar mil euros en un trapito, último diseño de moda del diseñador de moda más de moda; ahora, doña señora de tal se patea las calles a la caza y captura del trapito resultón, ganga entre gangas, cuyo coste podría permitírselo hasta la mal pagada chacha dominicana.

Deplorable, sin duda, pues doy por cierto eso de que la intención es lo que cuenta, y no me cabe la menor duda de que doña señora de tal no trata de predicarnos con el ejemplo. Seguro que el abalorio resultón de turno lo compra tras haberle sacado humo al plástico en Gucci, Chanel, Versace o Dior. Y con lo uno y con lo otro lo que trata es de cultivar vanal y ligeramente la envidia de sus ligeras y vanas amistades.

El archiduque y la señora sin aplausos.

El archiduque y la señora sin aplausos.

"Trío Guarneri", por Vincent Dargent.

Dolors nos había invitado a asistir a la audición de un concierto de cámara que había programado en el Espai xxs de Lloret de Mar. El Trío Guarneri de Praga interpretaba el Trío nº 7 en Si bemol Mayor, opus 97 "Archiduque", de Beethoven, seguido del Trío nº 4, opus 90 "Dumky", de Dvořák.

—¿Dónde nos acomodamos?— preguntó Montse.

Con suerte —pensé—, quedan butacas libres en las primeras filas. Deseaba no sólo escuchar la música, sino oír la resbaladiza sonoridad de los dedos sobre las cuerdas del violín y del violonchelo, el leve crujido del papel al pasar hoja la partitura, la vehemente ansiedad melódica de la respiración de algún músico...

Allegro moderato. No oigo resbalar los dedos ni pasar las hojas; pero Cénék Pavlík parece que, para su violín, reciba en las de aire la inspiración de Euterpe. Y luego espira con igual vehemencia, resuella, gime su pasión y su ardor. Definitivamente, adoro las primeras filas en lo que tienen de perfecta imperfección.

Y las adoro, maguer puedan acomodárseme a la siniestra parte señoras sin aplausos. Fin del Allegro moderato. El pequeño auditorio —Dolors, Montse y yo inclusos— rompe en entusiasta aplauso cerrado para horrísona sorpresa de doña experta en conciertos, quien parapeta tras el ajeno estruendo palmar la queja que susurra: Pobrics ignorants, que no saben quan aplaudir.

Fin del Scherzo-Allegro. Ídem.

Fin del Andante cantabile ma con moto. Ídem de ídem.

Fin del Allegro moderato-Presto. La señora sin aplausos deja de serlo, mientras susurra con notoria suficiencia: Ara sí.

Por supuesto, conozco la regla no escrita de que entre movimientos musicales no se aplaude. Pero el auditorio quiso hacerlo y yo, que juraría haber notado cómo el violinista relajaba sus brazos —enseguida los dejó caer—, me sumé complacido a la muestra de complacencia.

Cuando llegó el turno de Dvořák, no sucedió lo mismo. Tras cada dumka, sólo hubo respetuoso silencio y los seis dumky fueron sucediéndose uno tras otro sin intervalo. Pondría la mano en el fuego y no me la quemaría si dijese que la señora sin aplausos, al conversar con más de medio auditorio durante el descanso, ejerció cierto magisterio docente.

Bueno está.

Pequeñas princesas.

Pequeñas princesas.

Pequeñas princesas las hay innúmeras en los cuentos, pero a la única real a quien conozco le dio nombre patricio el príncipe, su hermano, hace ya más de seis años.

Cada día la veo crecer más y más y, aunque nunca dejará de ser princesa, pronto, inexorable, imperceptiblemente, sin que me haya podido dar cuenta yo, habrá dejado de ser pequeña . Sin duda que ahora ya no me necesita mil veces al día; pero, antes de que mi pequeña princesa sea consciente de su creciente autonomía, aún me queda mucho tiempo que perder, ganándolo junto a ella. Esta imagen, por ejemplo, es el último cuarto de hora que, sentada ella sobre mis rodillas, hemos perdido y ganado juntos.

Quien queda.

Quien queda.

"Y por meta... el horizonte", por P.Medina.

De ese espacio sin hilos que a todos nos envuelve, donde no hay ángeles con minúscula, pero sí con mayúscula; donde la pena y el pesar no sienten vergüenza; donde tú eres estrictamente tú y yo soy estrictamente yo —¡qué descansado y difícil a un tiempo!—. De ese espacio, recojo tus versos, amiga mía.

I.

Camino i parlo sola,

Parlo amb tu

I t’explico el meu dia,

A tu que ja el saps,

Que ja el veus,

que sé que el penses.

 

Agafo avions

I tot em parla de tu, tot te’m recorda

I prenc el teu cafè

Que no m’agrada,

I compro el teu perfum,

Que et fa present,

I t’enyoro a cada instant

I m’empasso les llàgrimes.

 

Et somio cada nit

I t’enyoro cada hora,

Cada dia,

Cada instant,

I vaig pel món com morta.

 


 

II.

Quina vida més curta, la teva,

Quin destí més tràgic, el teu,

I t’estimo tant

I no puc deixar de fer-ho,

Fins més enllà del cel,

Ja ho saps,

És el que et dèia,

És que que hi ha.

 

I tu allà

I jo aquí,

A l’altra costat de la frontera.

Com és a l’altra banda?

Pots sentir-me quan et parlo?

Pots veure’m des d’allà?

Pots saber com t’estimo?

 


 

 III.

La soledat brutal dels vius

És ara més punyent,

Més intensa.

Te’n vas anar sense esperar-me.

Estic sol, em vas dir,

I no ho estaves.

Te’n vas anar pensant

Que marxaves sol,

I vas endur-te’m

Un tros d’ànima,

Te’m vas endur tota sencera,

Que sense tu tinc un forat

Aquí dins.

Àngels T. B..

Never more.

Never more.

The raven (Edgar Allen Poe), por Kevin Dooley.

And the Raven, never flitting, still is sitting, still is sitting
On the pallid bust of Pallas just above my chamber door;
And his eyes have all the seeming of a demon’s that is dreaming,
And the lamplight o’er him streaming throws his shadow on the floor;
And my soul from out that shadow that lies floating on the floor
     Shall be lifted - nevermore! 

Final de El cuervo, de Edgar Allan Poe (Boston 1809 - Baltimore 1849).

Ateobuses.

Ateobuses.

Foto de la Agencia EFE (A.Estévez).

Dos autobuses de las líneas 14 y 41 de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) lucen desde el lunes publicidad financiada por la Unión de Ateos y librepensadores de Catalunya y enmarcada en una campaña atea que cuestiona la existencia de Dios: Probablemente, Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida.

El quid del eslogan está en el adverbio modal periférico. Cierto es que el probablemente ha sido impuesto —ya lo fue en su día durante la prístina campaña londinense—, pero no acabo de entender cómo gente presuntamente tan racional se ha dejado colar semejante gol semántico. Ni entiendo tampoco que nadie pueda decir que la campaña niegue la existencia de Dios, a lo sumo —como acabo de indicar— la cuestiona. Sin duda, el probablemente convierte a ateos en agnósticos, aunque conviene no olvidar que, diccionario en mano, al menos los librepensadores no son necesariamente ateos, pues lo único que establece el librepensamiento es la absoluta independencia de la razón individual respecto de cualquier criterio sobrenatural.

Por lo demás, el desacierto del eslogan no se limita a este detalle. No creo yo que el creer en Dios —llámese tal o llámese Alá, Yavé, Waheguru o Ngai— implique en el individuo una necesaria preocupación que le dificulte o impida disfrutar de la vida. Antes bien, cabe suponer que la fe tiende a iluminar y a fortalecer el espíritu del creyente. Ignacio Camacho escribía hace unos días en el ABC: El esfuerzo de gente como Sartre, Ortega, Nietzche o Cioran, que ha destilado tanto sufrimiento en la agonía interior de su búsqueda o su desencuentro, no puede reducirse a la simpleza de una frase de zafio epicureismo: "Dios no existe, así que ya puedes disfrutar de la vida". Con todo, es fácil presumir que en la mirilla del eslogan se hallan más la Iglesia o la religión que Dios, más el beato o el dogmático que el sólo creyente. Pero ni así me convence este eslogan; convendrán conmigo y con Anatole France en que El cristianismo ha hecho mucho por el amor convirtiéndolo en pecado, por ejemplo.

Llegados a este punto, lo suyo hubiese sido buscar un eslogan ad hoc; anticlerical, si me apuran. Sin necesidad de extremar tanto, a mí me hubiese valido con aquel célebre apotegma del "padre" del Padre Brown: La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza. Conciliador, sin duda, y con la gracia añadida de robárselo al rival, pues no me cabe duda de que Chesterton, al sentenciar, ya había llevado a cabo su conversión desde el agnosticismo al catolicismo, con apeadero anglicano incluido. A mí, confieso que me hubiese entusiasmado leer en esas rojas macroletras publicitarias una de las citas que más me gustan —sin ir más lejos, ayer mismo la regalé en forma de chapita a un colega del instituto que profesa el ateísmo—: Soy ateo, gracias a Dios, Luis Buñuel dixit.

Hace ya un tiempo, John Boynton Priestley dijo que Dios puede soportar que los ateos nieguen su existencia. Quizá y sin quizá Dios sí; al parecer, ciertos creyentes, no. O al menos eso colijo de la campaña que E-cristians se dispone a llevar a cabo. Y es que, como apunta René Juan Trossero: A Dios le sobran propagandistas y le faltan testigos

Reconozco que de jovencito, esto es, hace ya demasiado tiempo, era deísta, acaso al modo pascaliano: si apostamos que Dios no existe y termina resultando que sí, nos quedamos sin dicha eterna; sin embargo, si apostamos que sí y nos equivocamos, no pasa nada —en fin, a lo peor a Dios no le haría mucha gracia la apuesta—. Más tarde, me llegó el agnosticismo. Sí, soy agnóstico, como Hume, Popper, Borges, Victoria Beckham... —hay puntos suspensivos que llegan decididamente tarde—. Supongo que es por ello que a mí la campaña y la contracampaña ni me van ni me vienen. Un agnóstico nunca la promovería, pues sólo sabemos que de esto no sabemos nada. Aldous Huxley ya nos definió bien: El agnosticismo simplemente significa que una persona no dirá que sabe o cree aquello para lo que no tiene bases para sostener que cree. O que no cree, añadiría yo.

Francamente, a mi modo de ver, el creer o no creer en Dios no son más que los dos polos opuestos del mismo imán: el de la fe. La razón no ha alcanzado nunca a demostrar la existencia de Dios, pese a que lo hayan intentado filósofos, teólogos, matemáticos y científicos; tampoco ha demostrado lo contrario. Tan acto de fe me parece, pues, la creencia del sí como la del no.

Y adiós.

Queden con Él.

O no.

Rebajas para vacas flacas.

Rebajas para vacas flacas.

’Escalada de céntimos’, por jnj.

Queja, en forma de duda razonable, de un radioyente: ¿Y por qué los gobiernos no inyectan dinero a las familias en vez de a los bancos?

Vale, seguramente sea inviable. Por ejemplo, aquellos cuatrocientos euros famosos de la devolución del fisco no habrán sido ni un simple granito en el colosal arenal de la macroestructura económica. Pero ¿y qué? Total, a la banca le están dando un dinero que no necesita: no olvidemos que no existe problema de liquidez, según dicen. O sea que se lo dan para que ellos lo presten, ¿no? Y no lo hacen, ¿no? —parece ser que uno de los grandes problemas en esta crisis es que el dinero ha dejado de circular—. En fin, pues que el Gobierno se ahorre al intermediario remolón y ya está..., ¡que tenemos que ir de rebajas! O no. Si vamos, reactivamos la economía por la vía comercial; si no, fomentamos el ahorro en tiempos de crisis, lo cual parecía ser la consigna oficial hasta ahora. Da gusto saber que uno no puede equivocarse. Los de a pie sufrimos la crisis; consuela saber —triste consuelo— que, al menos, no la causamos.

Y vete tú a saber por qué me he acordado yo ahora de lo que tan acertadamente recomendase Voltaire a propósito de los banqueros suizos, los cuales ya eran famosos en dieciochesca época. A saber, que si en alguna ocasión vemos a un banquero saltar por la ventana, saltemos también nosotros detrás, pues seguro que hay dinero que ganar de por medio.

Y es que, en tiempos de vacas flacas, las reses enjutas siguen siendo las mismas, pero más flacas; mientras que las gordas son las que se sientan en los bancos. Y no en los del parque, precisamente.

Feliz Año Nuevo.

Feliz Año Nuevo.

Detalle del árbol de Navidad, por Biel y Clàudia.

Ojalá todos tengamos un 2009 a la medida de nuestros deseos.

Melancolía.

Melancolía.

 "Agarrándose a la vida" , por Águeda Galimany.

Nace la melancolía

en hojas de bronce

y muertas

de postreros suspiros

almados de álamos

junto al río

 

y se encarama

a un cielo

de paleta y lienzo

sin nubes

para conquistar

por los ojos

el ánimo

 

y derrotarlo.

Las Cuatro Estaciones.

Las Cuatro Estaciones.

’Sala simfònica’, por Gaspard Winckler.

En 1641, el clavecinista francés Jacques Champion de Chambonnières, con el fin de ofrecer conciertos públicos, reunió a diversos músicos bajo el nombre de L’Assemblée des Honnestes Curieux. Tres siglos y medio más tarde, cuatro jóvenes instrumentistas virtuosos retomaban el espíritu de honestidad y curiosidad musicales para formar una nueva Assemblée.

Su recorrido artístico fue tan efímero como fulgurante. No obstante, poco después, en el año 2006, del corazón asambleario de Amandine Beyer, que lo era también de los Honnestes Curieux, nace Gli Incogniti, grupo virtuoso de música antigua europea: Alba Roca y Patrizio Germone —antes fue Flavio Losco—, violines; Marta Páramo, viola; Marco Cecatto, violoncello; Baldomero Barciela, violone; Francesco Romano, tiorba; Anna Fontana, clavicémbalo; y la propia Amadine Beyer, que, además de la dirección es el primer violín.

El nuevo grupo ha recibido el aplauso unánime de la crítica especializada y varios son ya los galardones que ha merecido la primera grabación integral de los conciertos para violín de J.S. Bach aparecida en abril de 2007. Su segundo trabajo discográfico, publicado hace apenas dos o tres meses, está dedicado a los conciertos para violín de  A. Vivaldi, donde se incluyen los conocidos como Le Quattro Stagioni,

No soy en modo alguno un entendido en música clásica, pero me ha estado acompañando durante casi toda mi vida. Recuerdo —acaso sea esto mucho decir; espero que no me traicione mi querida desmemoria— algunas tardes estudiantiles de mis años mozos de instituto en que iba a casa de mi buen amigo Armando con el propósito, más que luego la realidad, de estudiar literatura o historia. Y recuerdo que en ocasiones él pinchaba en su plato una versión sinfónica de Le Quattro Stagioni: cara A del vinilo, para Primavera y Verano; cara B, para Otoño e Invierno. Ya entonces me resultaba imposible reprimir el efecto gallináceo en la piel, sobre todo ante el presto estival con que concluía aquella primera cara. Más tarde, aprendería la diferencia cualitativa que media entre una versión sinfónica como la que oíamos entonces y otra concertística barroca.

Ahora, hace apenas unos días, he tenido la placentera fortuna de poder asistir en la Sala Simfònica de l’Auditori de Girona al concierto en que Gli Incogniti, con sus angélicas cuerdas, ejecutaban los cuatro primeros conciertos del opus 8 de Vivaldi, más conocidos como Le Quattro Stagioni. Y, al salir, me acordé de Armando y las tardes de estudio, y de tantas y tantas otras tardes en que el veneciano me acompañaba, sedente yo, mientras trabajaba, leía, o conducía. Sin embargo, ello fue, como digo, al salir. Mientras la música sonaba, piel de gallina y algunas lágrimas. Se puede llorar, más allá de la tristeza o de la alegría, de pura belleza, sobre todo si se es poco menos que hiperestésico como barrunto que pueda ser yo. O gilí, vayan ustedes a saber.

Por cierto, el privilegio de la tarde sonora fue más allá, pues el programa se completaba con la primera audición mundial de un Concerto Grosso del propio Vivaldi, recientemente descubierto en la Biblioteca de Dresde.

 (Pocos segundos crean tanta expectativa como el 54’’).

El bosque laico.

El bosque laico.

"The Cross Veto", por Andrés Rueda.

Días atrás, tanto los renglones de la prensa como sus micrófonos hartaban sobradamente a cualquiera hablando de monjas maravillas y crucifijos en las aulas.

No deja de admirarme la pasmosa facilidad con que los media atienden a ciertos árboles y los convierten en culpables de que no veamos el bosque. Verbigracia, en el caso que nos ocupa, el bosque frondoso, vasto, evidente es la aconfesionalidad del Estado español y el ramaje que entrecruza y entorpece sus veredas, así como las malas hierbas que le crecen, son el porcentaje voluntario en la declaración de la renta, la presencia de la materia de religión en la enseñanza pública... (Hannah, te invito al atracón de puntos suspensivos).

En fin, me conformaré yo también aquí con despachar un par de comentarios acerca de los dos arbolitos de marras:

1. ARBOLITO MARAVILLAS:

Óiganme, señoras y señores: resulta que la monja Maravillas nació ahí mismito, en esa estancia de las Cortes Generales, y, por tanto, qué menos que una plaquita por caridad conmemorativa; después de todo, hubo en su familia algún que otro politicastro que, como los presentes, laboró en el edificio en cuestión. Y siempre hubiera sido mejor una plaquita —dorada, sería de esperar— que ponerle abiertamente a la calle tan circense hagiónimo, no en vano es la monjil una vida discreta y de recogimiento.

¿Y a qué conformarse? Para que la religión vaya invadiendo los espacios laicos, pues envidemos el resto y hagámoslo todo a lo grande. Contentarse con una plaquita conmemorativa de tres al cuarto me parece irresponsable conformismo. Lo suyo hubiese sido montar todo un chiringuito bajo techo como Dios —claro— manda, y promocionar la peregrinación de feligreses a tan beato lugar. Quién sabe si, al cabo, hubiese competido en fama con el compostelano camino: éxito mayúsculo. Sin duda, se habría impuesto entonces un traslado de la labor política a otro edificio. Así, taxativamente, hubiésemos podido hablar de invasión de los espacios laicos. Lástima que, como dirían en Venezuela, a Bono se le haya enfriado tan prontamente el guarapo y la iniciativa haya hecho agua.

2. ARBOLITO CRUCIFIJO:

 ¿Y lo del crucifijo en vallisoletana aula? No me digan... ¡Tanto revuelo por un solo crucifijo! Si se hubiese tratado de dos o tres..., o de cuatro o diez... Y ahí voy, ¿por qué no decenas?, mejor, cientos: uno al ladito de otro en todo ángulo y lado de pared hasta empapelarlas todas por entero. Exaltación jesuítica más que jesuita contra el hórror vacui. Y enseguida, obras mayores, una transformación definitiva del instituto: exijamos que los centros de enseñanza públicos se eleven sobre plantas de cruz latina. ¡Qué diantres!, ya puestos a defender la tradición cristiana de Occidente...

Lo cierto es que a mí, como a la Iglesia, se me hace difícil pensar que un crucifijo pueda ser una amenaza para la educación y el Estado laico. No así su imposición, sin embargo.

Vayan con Dios.

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER.

Detalle del mural conmemorativo en el vestíbulo del IES Torre del Palau (Terrassa).

Aquestes dades, ens haurien d’espantar i fer reflexionar sobre el que està passant al nostre propi món.  Hauríem de començar a intentar frenar aquesta bogeria, ja que tothom és persona i te dret a rebre un bon tracte, i les persones no haurien de tindre una vida com aquesta de sofriment i por constants.

A. Aguirre.

Esta mañana en la hora de Revista, he pedido a mis alumnos de 4º de ESO que redactasen una noticia para dar cuenta de que hoy es el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia de Género. No dudo de que a todos —ellos y ellas— el hecho de haber estado manejando ciertas estadísticas les debe haber impactado. Los datos a que se refiere el alumno Aguirre en estas líneas de su peroración son, por ejemplo que una de cada cuatro mujeres del mundo ha sido violada en algún momento de su vida; que, según el país, entre una y tres de cada cuatro mujeres son maltratadas físicamente de forma habitual en su casa; que cerca de ciento veinte millones de mujeres han sufrido mutilaciones genitales; que cada dieciocho segundos una mujer es maltratada en el mundo...

Ellos son las nuevas generaciones; en sus manos estará o no la cordura del comportamiento humano. Nosotros, de momento, parece que vamos fallando.

René Magritte.

René Magritte.

Hace un momento, al ir a efectuar una busca en Google, ese bendito motor deus ex máchina me ha sorprendido con la actualización de su logo, que recuerda el centésimo décimo aniversario del nacimiento de René Magritte.

Siempre me ha atraído su realismo mágico —o surrealimo a secas; llámesele como se quiera—. Además me trae a la memoria reciente cierto fértil manzano cuidado al alimón por dos delicadas jóvenes.

Pornografía intantil NO (Día Internacional de los Derechos de la Infancia).

No actualizo apenas en estos últimos tiempos —circunstancia que espero que cambie a más tardar..., en fin, un día de éstos—. No obstante, hoy es obligado hacerlo debido al compromiso con que decidiera unirme a la iniciativa de Vagón Bar y de Huella Digital contra la pornografía infantil en la Red.

El día de hoy no fue elegido al azar, sino por figurar en el calendario como el Día Internacional de los Derechos de la Infancia. Por ello, resulta inexcusable recordar lo que demasiado a menudo no se cumple: el decálogo de derechos. Y si no, vayan pensando en según que países o en según qué gentes o en según que circunstancias...

Hannah, en su Ser Rizomático, trae muy acertadamente a colación un proverbio africano que dicta que "para educar a un niño, hace falta la tribu entera". Todos somos miembros integrantes de la tribu y, sin embargo, todos incumplimos parte del contrato; unos por acción, otros por omisión.

 


Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1959:

Artículo 1º

El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta declaración
Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.

Artículo 2º

El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño.

Artículo 3º

El niño tiene derecho desde su nacimiento a un nombre y a una nacionalidad.

Artículo 4º

El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social.
Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal.
El niño tendrá derecho a disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.

Artículo 5º

El niño física o mentalmente impedido o que sufra algún impedimento social debe recibir el tratamiento, la educación y el cuidado especiales que requiere su caso particular.

Artículo 6º

El niño, para el pleno desarrollo de su personalidad, necesita amor y comprensión.
Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material; salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre. La sociedad y las autoridades públicas tendrán la obligación de cuidar especialmente a los niños sin familia o que carezcan de medios adecuados de subsistencia.
Para el mantenimiento de los hijos de familias numerosas conviene conceder subsidios estatales o de otra índole.

Artículo 7º

El niño tiene derecho a recibir educación que será gratuita y obligatoria por lo menos en las etapas elementales. Se le dará una educación que favorezca su cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social y llegar a ser un miembro útil de la sociedad.
El interés superior del niño debe ser el principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su educación y orientación; dicha responsabilidad incumbe, en primer término, a sus padres.
El niño debe disfrutar plenamente de juegos y recreaciones, los cuales deben estar orientados hacia los fines perseguidos por la educación; la sociedad y las autoridades públicas se esforzarán por promover el goce de este derecho.

Artículo 8º

El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro.

Artículo 9º

El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.
No será objeto de ningún tipo de trata.
No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral.

Artículo 10º

El niño debe ser protegido contra las prácticas que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa, o de cualquiera otra índole.
Debe ser educado en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y fraternidad universal, y con plena conciencia de que debe consagrar sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes."

Reverso de Cetina (recreación).

Reverso de Cetina (recreación).

"The passage of time", por ToniVC. 

 

Fiadas horas que os vais deteniendo

porque, lejos de mi bien, mal me sienta;

luctuosa noche que en tan lenta afrenta

el alegre encuentro estás impidiendo;

 

importuno reloj que no moviendo

tu curso mi dolor me representa;

estrellas con quien nunca tuve cuenta

que mi espera vais despacio tejiendo;

 

gallo que mi dicha no has anunciado;

lucero que mi luz has de mostrar;

y tú, deseada, lejana aurora;

 

si en vos cabe dolor de mi cuidado,

adelantaos todos a la par,

si no puede ser más, siquiera una hora.