Aún de vacaciones, pero ya de vuelta en casa, al intentar acceder a la administración de esta bitácora, me encuentro con esta sorprendente advertencia: La máquina en la que está alojado su blog ha sufrido un ataque. Si el suyo es uno de los afectados, bla, bla, bla...
En principio, todo correcto, salvo los comentarios anotados en la última entrada, los cuales, lastimosamente, habré de dar por perdidos; sin duda, eran lo único que valía la pena en ella. Suele suceder que a menudo lo que se lee de interesante en esta página es lo que dictan vuestros comentarios. En fin.
Respecto de la advertencia con que me recibía Blogia, he de decir que me satisface la lata referencialidad con que apunta a los hechos. No sabía yo si a la pobre máquina le había sobrevenido un infarto, una embolia, una apoplejía o, si a base de mariscadas, el ataque sufrido era de gota. Descartadas todas las opciones enseguida —al fin y al cabo, se trata sólo de una máquina—, empecé a preguntarme si no sería cosa de zagales gamberros que la hubiesen tomado a pedradas con la pobrecilla.
Sin duda que la pasividad vacacional hace mella en los más despiertos cerebros; ¿qué ha de ser entonces en los tardos como el mío? Aun así, creo que, finalmente, di con la correcta exégesis de la advertencia. "Máquina" no era sino hiperónimo de servidor. Después de todo, estaba resultando que los de Blogia habían escrito con algo más de rigor del que yo presumía. Efectivamente, hasta que la vigésima tercia edición del DRAE no vea la luz, en la entrada "servidor" no figurará un tecnicismo como sétima acepción: Unidad informática que proporciona diversos servicios a computadoras conectadas con ella a través de una red. ¡Menudo dechado de prudencia terminológica el de mis caseros!
Una vez en el ámbito de la informática, la siguiente deducción aparecía diáfana: los ataques que en este campo acontecen no son sino piráticos. Y en este punto, nuestro diccionario normativo muestra más a las claras su proverbial desfase respecto de la lengua viva. A día de hoy no está prevista la incorporación a tan insigne lexicón de la voz "pirata informático/a". Acaso, de nuevo, resultaba que mis caseros de Blogia habían escrito con cierto rigor al silenciar semejante término —¿a qué, si no existe?—; aunque cabe intuir que la inexistencia les viniese al pelo, pues no puede negarse que "pirata informático/a" infunde temor en cualquier usuario de la red.
Vale, entiendo a los de Blogia; no tanto, a los académicos. Si por derecho propio, en la entrada "pirata", queda definido el nombre compuesto "pirata aéreo/a", no comprendo las posibles reticencias a la definición de "pirata informático/a". Cierto es que aquéllos más que éstos establecen una estrecha analogía con los piratas de toda la vida, los piratas a secas: bucaneros, filibusteros o corsarios que surcaron los siete mares y fecundaron y fecundan con su imaginería nuestra imaginación. Estos personajes de la ficción y de la historia han sido siempre, a lo largo de la suya, ladrones en el mar. Y, aunque los aéreos son más bien secuestradores en el aire, el hecho de que, bajo amenazas, obliguen a la tripulación de un avión a modificar su rumbo establece un correlato más que significativo con el consuetudinario quehacer de cualquier Sílver, Morgan, Sandokan o Sparrow que se tercie —donde dice "avión", léase "barco" et voilà—. Y es que los aviones no dejan de ser también naves (aeronaves) .
Pero, ¿y los informáticos? ¿No realizan también sus saqueos? ¿No consiguen sus botines? ¿No navegan para ello por ese mar o cielo de última generación que es el ciberespacio?
La actual edición del DRAE registra únicamente 41 voces con la abreviatura Inform. Se me antoja éste misérrimo bagaje. Puedo entender que "hacker", con su extraña fonética, no logre ni limpiar ni fijar ni dar esplendor a la lengua de Cervantes; pero "pirata informático/a" me parece poco menos que necesario.
Y ya puestos, ¿por qué no "jáquer"? Reconozco que a primera vista la daña, tanto o más que aquél "güisqui" tan querido de Cela o el más reciente "cederrón", por poner sólo dos ejemplos. Pero también es cierto que, no hace tanto, se adaptó el zapeo del zapping. Sin duda, en cuanto a su uso, el calco sigue en franca desventaja con respecto al anglicismo; pero su sonoridad y grafía no son ya tan artificiosas. La incorporación de este neologismo al diccionario contaba con una ventaja: el verbo "zapear" ya existía en castellano, por lo que se trataba poco menos que de un préstamo semántico. Y sabido es que este tipo de préstamos es el que con menor violencia se instala en cualquier idioma.
Arguyo este paralelismo léxico, habida cuenta de que en nuestro idioma existe desde hace tiempo el verbo "jaquear", cuyo significado es el de hostigar al enemigo, y, en el juego del ajedrez, dar jaques. De ahí, las expresiones "poner (en) jaque", "traer en jaque"...
En fin, no he dicho nada.
O lo que no es lo mismo, demasiado he dicho ya.
Encantado de volver a saludaros desde este recientemente pirateado rinconcito.