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A ContraLuz

Retruécanos de la felicidad.

Retruécanos de la felicidad.

Voltaire en la corte de Federico II de Prusia, de Adolph Von Menzel. 

Parece ser que uno de los reyezuelos —y no me refiero a esos de colorido plumaje entre el ramaje, claro— de los tiempos pretéritos franceses, a todas luces un Luis entre el XIII y el XVI, era desafecto a los retruécanos. Sabedores de ello, los nobles cortesanos cuyo amplio de frente iba más allá de los dos dedos se cuidaban mucho de que, en sus tertulias y pruebas de ingenio ante el monarca, saliese de sus bocas muestra alguna de semejante figura retórica. Acaso la manía tuviese que ver con aquel acertado "Si el rey no muere, el reino muere" que la tradición —y Marañón— señalan como perla de diatriba contra los estertóreos días de Felipe II. El dicterio en cuestión es un calambur, aunque, en un sentido lato, hay quienes lo refieren como retruécano.

Da igual... Si yo lo que quería era dejar aquí uno, en sentido recto, que mi corto ingenio elaborase tras leer cierto poema en que se hablaba de sueños y de vida. Ahí va: En esto del vivir, uno sólo puede ir tirando si llena sus sueños de vida o si llena su vida de sueños.

Claro, que lo que yo dicto no puede competir con aquel tan afamado retruécano de Tolstoi —Sartre lo remedaría, posteriormente— que reza: "El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace". Después de todo, "cuando no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede", que diría Terencio.

5 comentarios

bel -

sueña y llena tu vida de sueños. Pero cumple, cumple alguno aunque la experiencia nunca cumpla la expectativa.

"porque sólo al soñar tenemos libertad. Siempre ha sido así y siempre así será" (el club de los poetas muertos)

miss u

Juanjo -

La sabiduría popular no deja de ser eso: sabia. Y la alemana no había de ser menos (Terencio lo sanciona con su voz pretérita).

En cuanto a las pulsiones y el pulso que siempre hacen a nuestra voluntad, no he de ser yo quien las denoste. Ahora bien, uno puede acabar hasta los mismísimos de Lacan y sus jeringazos en las inmediaciones de la región sacra.

Un abrazo.

Hannah -

Terencio y un antiguo refrán alemán decían Cuando las cosas no van como uno quiere, hay que seguir como uno pueda... Y sí, amar lo que se hace, tal vez sea en eso que consista la felicidad, sencillamente y sin más vueltas. Pero entonces, ¿qué pasará con el deseo, con ese deseo siempre insatisfecho que según Lacan era la pulsión que nos pinchaba el culo? Pienso que deseos, sueños y los consiguientes esfuerzos por lograrlos también forman parte de la felicidad, aunque también está aquello de que "el hombre feliz no tenía camisa"...
Un abrazo entrañable.
Hannah

Juanjo -

Convendría sentir siempre lo que se dice, de lo contrario podríamos sentirlo (lamentarlo) más tarde. Aunque a veces se impone la necesidad de mentir piadosamente. Es imposible no mentir; simplemente, hemos de atender a no hacer daño con ello.

En cuanto a decir lo que se siente... Nunca, no; pero tampoco siempre, que al buen callar llaman Sancho.

Besos, de los de verdad.

Sakkarah -

Me gusta el cuadro, y tu retruécano.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

Quevedo

Muchos besos