El fin o los medios.
Durante mi penúltimo asalto lector a Mi oído en su corazón, de Hanif Kureishi (gracias por descubrírmelo más allá del séptimo arte, Play), leí un fragmento en que el autor cita cierto pasaje de la Autobiografía de J.S.Mill:
Supón que todos tus objetivos en la vida se realizasen [...] ¿Sería esto una gran alegría y felicidad para ti? Y un inconsciente irreprimible respondió con toda claridad: '¡No!' Ante esto, me hundí anímicamente: el fundamento completo sobre el que había construido mi vida se derrumbó. Toda mi felicidad la había encontrado en la búsqueda constante de ese fin. El fin había dejado de atraer, y ¿cómo podría volver a haber de nuevo interés por los medios?
Al hilo de lo leído, escribí en la hoja en blanco del final de edición algo con lo que ahora me propongo daros el tostón.
Se busca el sentido de la vida. No se encuentra. Se admite el fracaso o se plantea la posibilidad de que buscar el sentido a la vida pueda ser el sentido mismo de la vida. No es universal ontología, claro; tan sólo un camino individual.
Ni siquiera. Apenas un jugueteo del intelecto, entretenimiento o ingenio de una mente ociosa. Lo cierto es que no hay un sentido de la vida. Se vive y, en los aconteceres del vivir, en las sensaciones que nos despiertan, encontramos los pequeños, imperceptibles, múltiples, sentidos de la vida. Por supuesto, la mayoría de experiencias, anodinas, consuetudinarias, mecánicas incluso, resultan estériles; pero unas pocas nutren el espíritu -alguna lo colma-, y es el cúmulo de éstas el que hace prescindible buscarle un sentido a la vida. La acumulación no es tampoco 'per se', el sentido de la vida, ¡ojo!; únicamente nos ahorra la angustia vital que obliga a su búsqueda.
Pero volvamos al presupuesto inicial. Es notoriamente común la creencia de que nada pasa porque sí; que cuanto sucede, sucede por algún motivo, como si un arcano sentido de la vida fuese la consoladora batuta que dirige los instrumentos de la sinfonía vital. No obstante, a poco que analicemos este determinismo, este imperio de los designios, observaremos cómo su esencia es tautológica, es decir, cada cosa ocurre precisamente porque tiene un sentido. ¿A qué buscarlo?, pues. Tiene que suceder y listos. No obstante, con suerte, ese sentido se revela en una futura experiencia satisfactoria, la cual, a su vez, cobra sentido iinecesario en su supuesta causa. Pero, en última instancia, ¿no es esta actitud una sutil forma de conformismo? Más aún, ¿no llega a ser una venda con que taparse los ojos? Aquí, la creencia en el sentido de la vida es un acto de fe y en el transcurso de ésta se encuentran los indicios.
En el extremo opuesto, se halla aquél para quien todo ocurre porque sí, como podría no haber ocurrido; aquél para quien ese determinismo del que acabo de hablar no es sino una huida fácil del absurdo, un esquema simple -todo esquema supone orden- con que enmascarar lo caótico de la experiencia vital: el caos, lo desconocido, el sinsentido infunden siempre temor. Claro está que no todo el que defiende esta postura ha de hallarse necesariamente inmerso en la duda existencial. La suya puede ser una existencia gratificante, satisfactoria, feliz incluso, por obra del azar. Si no se siente así, si la adjetivación pertinente es de signo contrario y hay quien vive una existencia frustrante, insatisfactoria, infeliz por obra del infortunio, acaso se ponga a buscar el sentido de la vida y no lo encuentre y se plantee entonces si la búsqueda del sentido de la vida es 'per se', un posible sentido de la vida.
No obstante, tan sólo se tratará de ingeniería mental. Y si es como la aquí vertida, además, barata.
4 comentarios
J.Gaspar -
Marta -
PD Ya veo que las fotos de nuestra estancia en Pals todavía no han sido publicadas. Las mias tienen que ser transferidas del portatil asi que en tener un ratito y una conexión a internet lo haré
cincuentaimedio -
¡Sí que te han cundido tus vacaciones en Pals!
Así a 'bote pronto' y sin apenas reflexión alguna (tengo el día un poco espeso hoy) me apunto a la teoría de esos pequeños, imperceptibles y multiples sentidos ( al menos me consuela pensarlo) que nos vamos encontrando por el camino.
Quizá la vida tenga reservado un sentido, un único sentido, a determinadas personas pero creo que para la mayoría de los mortales el sentido radica justo en esos pequeños momentos.
Claro está que esa es sólo 'mi verdad' y, siendo géminis como soy, sólo a veces
B7
Bel -
Aún sigo pensando en tu pregunta. no sé si la búsqueda es el fin. De todas maneras, creo que muchos nos pasamos toda nuestra vida así, preguntándonos qué haríamos si encontráramos el sentido, si es que existe. Mis anginas no me permiten una gran reflexión, pero sé que en algún lugar hay una respuesta para cada uno. Simplemente, hay que saber escuchar a tiempo, y muchas veces nos pillan con los oídos tapados. Eso sí, sabiendo que nuestra verdad no es la Verdad. Sólo nuestra. Siempre que reflexiono sobre ésto, me viene Machado a la cabeza. Qué grande.
Besos.