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A ContraLuz

Serendipia (enfoque lingüístico).

Llevo unos días haciendo acopio de vocablos ausentes en el DRAE para dar la murga a los doctos y eruditos académicos de la lengua con el fin de que nuestro normativo diccionario acreciente mínimamente su acervo lexicográfico. El momento parece oportuno, ahora que vamos disponiendo de los avances de la vigésima tercia edición.

Últimamente, he tropezado bastantes veces con la palabra "serendipia". En la tele, en internet, en la radio... No se molesten en buscarla en el lexicón, si es que todavía desconocen su significado: el DRAE no la registra y el María Moliner, tampoco —si bien es verdad que no dispongo de la última actualización—. No obstante en el DAE de M. Seco, O. Andrés y G. Ramos, pese a no aparecer tampoco el término, sí que figura "serendipidad". Atendiendo a que el étimo es la voz inglesa "serendipity", parece acertado que el calco por adaptación sea éste. Y así la han usado, por ejemplo, Alfredo Amestoy (1) o Amando de Miguel (2).

Otros hay cuya opción es el uso directo del extranjerismo. Mal vamos así. El caso más flagrante es el de la película que en 2001 protagonizaron John Cusak y Kate Beckinsale, claro que aquí seguramente tuvo algo que ver la mercadotecnia: poco vendería un filme titulado Serendipidad, mientras que vende mucho la contundencia titular de cualquier palabro anglosajón —Elegy, sin ir más lejos, por citar un estreno reciente que, además es de directora de por aquí—.

La tercera opción es adaptar la palabra inglesa a la forma con redondeo vocálico, "serendipia". Tal fue la elección por la que se decidieron, entre otros, el traductor de la obra de R. M. Roberts, Serendipity: accidental discoveries in science (1989), Ruy Pérez Tamayo (3). También la mayoría de la comunidad internauta prefiere esta forma a la anterior. Un simple vistazo a la estadística de búsqueda de Google revela 10.100 resultados en 0,05" para "serendipidad", frente a los 60.300 en 0,23" para "serendipia".

¿Serán, éstas, cifras y tiempo suficiente para la RAE?

La palabrqa merece el esfuerzo. Su historia, tanto o más que su significación, es, cuando menos, curiosa. Tiene su origen el topónimo सिंहलद्वीप [Sihaladvipa], de सिंहल [Sihala], ’Ceilán’, a partir de सिंह [siha], ’león’ y द्वीप [dvipa], ’isla’. Dicho topónimo, en su adaptación italiana, aparece en el cuento de Christoforo Armeno intitulado Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re di Serendippo, de 1557 (parece poco probable que, como asegurase Michele Tramezzino, el impresor de la historia, la narración de Armeno sólo sea una traducción del persa). El cuento —que corrió cierta fortuna por Europa— se tituló en inglés The three princes of Serendip. Y así llego a manos de Horace Walpole, el excéntrico autor de El castillo de Otranto, quien, el 28 de enero de 1754, escribió una carta a su amigo y Tocayo Horace Mann, diplomático al servicio de Jorge II, precisamente en Italia. Parece ser que, desde allí, Mann había enviado a Walpole un retrato de Bianca Capello, quien dos siglos antes fuese esposa de Francesco de Médici. Y como quiera que el cuadro no tuviese marco, Walpole quiso ponerle uno con el escudo de armas de los Capello. En la carta, explica a su amigo Mann que había tenido mucha suerte cuando, buscando el escudo de los Médici en un libro veneciano de heráldica, encontró el de los Capello:

[...] Este descubrimiento es del tipo que yo llamo serendipia, una palabra muy expresiva que voy a intentar explicarle, ya que no tengo nada mejor que hacer: la comprenderá mejor con su origen que con definiciones. Leí en una ocasión un cuentecillo titulado "Los tres príncipes de Seréndip": en él sus altezas realizaban continuos descubrimientos en sus viajes, descubrimientos por accidente y sagacidad de cosas que en principio no buscaban: por ejemplo, uno de ellos descubría que una mula ciega del ojo derecho recorría últimamente el mismo camino porque la hierba estaba más raída por el lado izquierdo—. ¿Comprende ahora la serendipia?

Al margen del lapsus que Walpole comete al trocar en mula lo que en la versión original era camello —animal más propio, sin duda, de una ambientación persa—, queda claro que el sentido que el novelista inglés da al término viene a ser el de un descubrimiento casual que no se pretende y que, a veces se logra mediante la percepción de detalles accidentales que suelen pasar inadvertidos a personas no perspicaces. Como decía al principio, el castellano, de momento no dispone más que de referencias de uso —"serendipidad" o "serendipia"—, pero el senido con que se utilizan son coincidentes con el de Walpole, lo mismo que en otros idiomas —italiano, "serendipità"; francés, "serendipité"; alemán, "serendipität"; holandés, "serendipiteit"; portugués, "serendipidade"; incluso esperanto, "serendipeco"—. En catalán, el DIEC, normativo, recoge "serendipitat" como término de léxico común con el significado de "Descubriment casual o imprevist fet per un investigador en el curs d’una recerca orientada a altres objectius i amb pressupòsits teòrics diferents" —la periferia nos lleva ventaja—.

En fin, como escribiese en su carta el bueno de Walpole: "Now do yo understand serendipity?"

Yo creo que sí, pero de a pie como es uno, a ras de insignificancia y sin presumible trascendencia para el saber humano, habré de seguir contentándome con gozar de vez en cuando de una feliz casualidad, bien por pura potra, chiripa, carambola, chamba o chorra —distinta de la manchueleña, ésta última, claro—. Un poco a lo Wyoming en el vídeo, supongo. O, a lo sumo, subsumir mi posible casuística al Principio de sincronicidad de Jung, que así queda más chula la cosa. Dejemos las serendipias para los grandes hombres como Arquímedes, Colón, Fleming o Galvani. O para los inventores del teflón o el post-it.

 


 (1) "Sacar un pleno en la Loto y llevarse  mil trescientos millones es... una casualidad; llegar a cualquier sitio y poder aparcar en la puerta... una chiripa; estar en la cola del paro y enamorarse de la chica de delante que, además es maravillosa y, encima, te dice que sí, eso es una serendipidad". (Suplemento Semanal de Madrid, 10.06.90).

 (2) "Si hubiera que adoptar un solo anglicismo mi voto sería por la inclusión en nuestro vocabulario de ’serendipidad’, el suceso o la cualidad de hacer descubrimientos por accidente. Todo el que se haya dedicado a los menesteres del pensamiento podrá constatar la existencia de ese raro fenómeno, parejo a la intuición, vecino de la fortuna y de la suerte." (La perversión del Lenguaje, Madrid-1994, extraído de RAE: Banco de datos CREA [en línea]. Corpus de referencia del español actual, 26.04.08).

 (3) "Como investigador científico activo, no ignoro que con frecuencia los resultados de las observaciones o experimentos (con los que se están poniendo a prueba ciertas ideas y teorías) pueden ser sorprendentes y hasta inesperados, con lo que sirven para revisar las teorías originales o para generar nuevas ideas sobre el mismo problema, o hasta para abandonar el campo en que se estaba trabajando y emprender tareas completamente distintas. Este fenómeno es tan frecuente que los investigadores científicos hemos acuñado una bella palabra para denominarlo: serendipia. Pero cualquiera que sea el resultado de la actividad científica (confirmación o modificación de las teorías científicas originales, cambio completo de hipótesis, o hasta de campo de investigación) siempre se refiere a lo mismo: a las ideas". (Ciencia, paciencia y conciencia, México D.F.-1991).


BIBLIOGRAFÍA:

—Baiget, Tomàs: “Serendipidad”, en El profesional de la información (mayo, 1994).

—Gómez Romero, Pedro: “Serendipi... ¿Qué?”, en CienciaTeca (mayo, 2002).

—“Serendipia”, en Wikipedia.

—“Serendip”, en Wiktionary.

—REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos CREA [en línea]. Corpus de referencia del español actual.

—M. Seco, O. Andrés y G. Ramos: Diccionario del español actual.

—REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española (22ª ed. y avance de la 23ª ed.)

 

13 comentarios

Juanjo -

Ciertamente. Pero, ¿cuál? Me gusta la eufonía de 'serendipia', mas me decanto por la rigurosidad del calco 'serendipidad'.

Un beso. Y perdona el retraso.

Strika -

Ya verás que terminan aceptando el término. ;)

Un beso

Juanjo -

Vale; pero, finalmente, ¿quién lo mató? ¿Sartí, pagado por miembros vengativos de la CIA, confabulados con Lyndon B.Johnson? Me da que ese tal Hunt buscaba, en su lecho de muerte, algo más allá de su paz interior.

Vaaaaaaaa, porfa, di quién fue.

(NaCl)U2.

Distinto -

El asesinato de kenedy es (causa- efecto) se supone por no decir que está clarisimo que fue una trama, que el asesino es contratado, y mata al presidente, y a continuación el asesino es asesinado.

Primero el asesino asesina, pero mas tarde el asesino es asesinado. Causa- Efecto. La casualidad queda claro que no existe. Pero habría que empezar por el principio de la punta de la cuerda para saber quien le pagó y quien se lo propuso y el por que, que podria ser otra causa-efecto. En este caso kenedy seria la causa por que matar no le matan por que si, y quien lo propuso sería en este caso el efecto rebote ¿que pasaría con ese mas tarde.....? no siempre está sincronizado lo que ocurre aqui existe un ligero desfase.

saludos

Juanjo -

Sakk: ...1.515, 1.516, 1.517...

Juanjo -

Bel, no hace falta que me dediques un piropo más en tu vida; lo de atraparte con el escrito me ha llegado al alma. Claro que... era fácil, y no por la poca o mucha gracia en el estilo, sino por la enjundia, por la materia bruta (que tú también eres filóloga).

... otes-otes.

Sakkarah -

Es por cada una que ya está. No te preocupes, el que te desgastas eres tú...

Lo dicho.

Bel -

Pensaba aparcar el post para después de los exámenes, pero al final me has atrapado y lo he leído de cabo a rabo. Incluso la bibliografía.

Vaya, incursiones hasta con el inglés. Filologón que es uno, eh?

Me ha gustado mucho el post. Y no sabía que serendipity no tenía vocablo hermano en castellano, aich, aich...

besotes

Juanjo -

Efectivamente, serendipia y sincronicidad no debieran ser sinónimos. Digo "debieran" porque, de momento, el término carece de significado normativo y sólo posee el que el uso le va dando. Y con lo mal que solemos llevar a cabo nuestras responsabilidades lingüísticas...

Si no me hubiese perdido en disquisiciones etimológicas y pragmáticas, hubiese tenido que saber dejar claro que la serendipia apunta, como tú bien dices, a descubrimientos relevantes para el saber humano, cuyo origen es fortuito pero cuyo aprovechamiento y desarrollo posterior es fruto de la perspicacia. En ese sentido, lo recoge el DIEC (trasunto del DRAE, para el catalán) y a ello apunta también desde su mismo título, la obra de Roberts que cito en la entrada (por cierto, el doctor Pérez Tamayo, traductor de la misma, tiene dedicadas en un libro suyo algunas líneas a "una de las figuras más atractivas y más peligrosas de la filosofía de la ciencia contemporánea": Paul Feyerabend; ¿a que te gusta?) Por último, a tal propósito, hago referencia final a Arquímedes y compañía.

Sin embargo, date cuenta de cómo el "ínclito" Íker Jiménez, en el vídeo que ilustra la entrada, pervierte el sentido del término, hecho que, graciosamente ironiza El Gran Wyoming con sus comentarios. La cita de Amestoy va por el mismo camino. Y, a poco que se busque en portales de traducción y glosarios de medio pelo, se impone una acepción poco ilustre, próxima a la de "tremenda chiripa rocambolesca". En fin, después de todo, el concepto no se aleja tanto de su origen, según lo que el propio Walpole explica; ni, a mi entender, del famoso escarabajo de oro de Jung o el "hasard objectif" de Bretón y los surrealistas.

Y ya puestos, el escarabajo de Jung no es más que una zapatilla si se le compara con lo que, al parecer, le sucedió al actor Anthony Hopkins cuando fue contratado para la película "La mujer de Petrovka". Por lo visto, el hombre no lograba hallar en ninguna librería la novela en la cual estaba basado el guión. Frustrado, se disponía a regresar a su casa y, mientras estaba sentado en la estación de metro de Leicester Square, de pronto, halló el libro en el banco. Se quedó tan asombrado por tan inverosímil golpe de suerte, que ni siquiera reparó en las anotaciones que el volumen tenía en los márgenes. Dos años más tarde, su sorpresa fue aún mayor. Durante el rodaje del filme, el actor conoció a George Feifer, autor de la novela, y charlando con él, le confesó haber extraviado su ejemplar anotado. Dicho ejemplar era el mismo que Hopkins había encontrado en la estación, olvidado sobre un banco. Como dice Íker: "¿casualidad, azar, juegos del destino..?" Quizás un matemático sabría dar con la explicación mejor que cualquier otro. Estadísticamente, Hopkins tenía las mismas posibilidades de encontrar el libro que cualquier otro viajero. Es falaz establecer la estadística desde el punto de vista de que un hombre necesitado de ese libro y futuro conocedor del autor (y dueño) del mismo tenga muchas menos posibilidades de encontrarlo que cualquier otro. No sé, me da que no sé lo suficiente al respecto. Después de todo, quizás la culpa la tenga, como casi siempre, el maldito "telos" aristotélico.

Te quejabas de que estamos huérfanos de explicaciones para este tipo de azares. Ahí tienes una posible; pero no creo en ella, pues si de fenómenos casuales, esto es, acausales, se trata, ¿a qué buscarles una causa? En las razones teológicas no tengo depositada demasiada confianza. Ni siquiera en las metafísicas.

¡Ah!, perdonada por los "lapsus dedis", que a mí también me traicionan. Llámalos "lapsus clavis", que es en lo que ha ido a parar el tradicional "lapsus calami", por mor de la modernidad y sus teclados.

Un abrazo.

Juanjo -

Si es por cada palabra futura de diccionario, son pocos besos, pues tengo escasas propuestas y me temo que la mayoría no se admitan.

Si es por cada palabra ya fijada en él, mejor. Que sepas que vienen a ser más de 70.000.

Besos x besos.

Sakkarah -

No puedo añadir nada, pero me gusta aprender.

Un beso por cada palabra del diccionario.

Hannah -

me olvidaba: reitero lo de buen docente y además minucioso y concienzudo a la hora de tratar un tema.
Otro abrazo, ¡hala!, y sorry por los "lapsus dedi" en subjetivo y alguna más. :-)

Hannah -

¡Chiquillo, la de cosas que se aprenden contigo!. Pero si he entendido bien -que a lo mejor no ha sido así-, ¿das como sinónimos los términos de serendipia y sincronicidad basándote en Jung? Porque si es así debo decir que, Jung, no los consideraba sinónimos y usaba el concepto "serendipity" para hablar de descubrimientos científicos que se dan de forma inesperada, fortuita y accidental; mientras que el concepto de "sincronicidad" lo utilizaba para indicar situaciones y fenómenos de la realidad que parecen tener alguna conexión aunque se dan de forma casual o acausal, sin que respondan a criterios lógicos ningunos, ni a ninguna relación causa efecto. Jung estudió las dos cosas (la serendipia y la sincronicidad)cuando estudiaba también los arquetipos, los símbolos y el incosciente colectivo -del cual fue padre- y se apoyó en el estudio de culturas muy diferentes y alejadas entre sí que, sin embargo comparten símbolos y arquetipos iguales para profundizar en ello, además de en hechos de la realidad. Concluyó que tal vez tanto la serendipia como la sincronicidad tuvieran alguna explicación en "la formación del incosnciente colectivo" y en sus arquetipos...

(Jung, escribió incluso un libro sobre ello)

El surrealismo también le dió mucha importancia a estas cosas, sobre todo a la sincronicidad, fenómenos a los que André Breton llamaba "azar objetivo".

Pero lo cierto es que salvo el recurso de la casualidad o azar, ya sea objetivo o subketivo, -que es lo único que sí une a los dos conceptos: "serendipia y sincronicidad"-, por el momento seguimos sin poder dar explicación científica alguna, a ninguno de los dos fenómenos, aunque haberlos, haylos; cómo las meigas.
Un abrazo
Hannah