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A ContraLuz

El lobito bueno.

Estos días, en mis clases de lengua, les estoy pidiendo a mis esitos primerizos que memoricen el celebérrimo poema de José Agustín Goytisolo Ërase una vez.

Recuerdo que siendo bebé Clàudia, y antes Biel, los acunaba en brazos o en mi regazo mientras, con la melodía aprendida de Paco Ibáñez, se lo cantaba a cau d'orella, la voz en apenas un débil hilo, pero impostada con el tono más grave de que era capaz.

Les gustaba así. Tanto, que tardaban una eternidad en dormirse.

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