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A ContraLuz

CADÁVER EXQUISITO

CADÁVER EXQUISITO

    Soy profesor en un instituto público de enseñanza secundaria y, al iniciar la mayoría de clases de Literatura Castellana, asignatura de modalidad humanística y social para bachilleres de hoy en día, leemos en voz alta uno o dos poemas que nos acaricien el alma o bien nos la rasguen.  La mayoría de los textos han sido -están siendo- de temática amorosa, claro.  Cosas de la edad -la suya más que la mía-, aunque la del corazón, como la del alma, es eterna.

     Con todo, en cierta ocasión cambiamos nuestro papel de lectores y oyentes por el de compositores para dar a luz un cadavre exquis.  Nuestro -de nuevo, suyo más que mío- cadáver exquisito nació una cálida mañana hiemal de instituto en que el ingenio y la sensibilidad de estos bachilleres se dispusieron a corro sobre el duro asfalto de la pista de atletismo, convertida ese día en improvisada aula de literatura.

     Hay quien dijo que un cadáver exquisito tiene la facultad de revelar la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado, en concreto los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros, en relación con el posicionamiento afectivo dentro del mismo.  Hay también quien observó que el juego funciona como un barómetro de los contagios intelectuales dentro del círculo de creadores.  No sé hasta qué punto los siguientes versos muestran la permeabilidad afectiva de cuantos allí estábamos o hasta qué punto es reconocible la autoría individual de cada uno de ellos.  Sí sé que se obró con afecto y conjuntamente y que es, por tanto, nuestro poema al alimón -como Lorca y Neruda gustaban llamar a estas juguetonas composiciones literarias-.

     Como el prístino verso surrealista decía: Le cadavre exquis boira le vin nouveau.  Bon appétit.               
   

cadáver exquisito

 

El frío elevará las lágrimas de tu despedida y, sin miramientos, borrará recuerdos y caricias.
Borracha de amor, contemplo tu mirada ardiente, cómo me atrapa, cómo me conquista suavemente.
Y en tus ojos puedo sentir las lágrimas que indican tu partida, la distancia incomprensible de nuestras manos, antes entrelazadas.
Y serán puñales para la soledad si te recuerdo, si te regalo mi amor en botellas destapadas.
Y sólo con dos palabras, describirte el mundo y decirte todo: todo lo que he vivido, sólo con un simple ’te quiero’.
¡Libérame
Con el leve batir de tus alas!
Me gustan las mujeres que, como tú, saben volar.
Tienen sueños sin igual y su dolor suena un tanto peculiar.
Al verla, se me corta el aliento y sin ella no se puede estar.
Cuando cierro los ojos, no dejo de pensar en su mirada y en su forma de amarme.

 

Y estas son las distintas sensibilidades creativas que moldearon el cadáver y por las que, en última instancia, ha lugar este artículo:  Alejandro Barbero, Clara Beltrà, Marta Bouso, Ana Campos, Juan Cantón, Mireia Carrasco, Dani Carreño, J. C., Alba Fernández, Mireia Gómez, Geddy González, Desireé Ibarz, Manuel López, Paula López (nuestra invitada; no sé si de honor, pero nos honró con su presencia), Alba Peinado, Elena Ríos, Marina Sánchez, Elena Soloviova, Marc Tàpia.
Gracias a todas y cada una de ellas.

 

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