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A ContraLuz

De fútbol y de antropónimos.

La otra noche disfrutaba yo como un gorrino -perdón: como un cerdo, que ya uno va teniendo una edad- mientras veía lo que el anodino cliché del periodismo deportivo seguramente habrá definido como el severo correctivo que el equipo hispalense infligió al provisional líder de la 1ª división de fútbol. Hacia el final del encuentro, un telespectador advirtió al locutor que el nombre del portero del Sevilla Palop es Andrés y no Andreu, maguer sea éste valenciano y se exprese en lengua vernácula. Ignoro si la partida de bautismo y el registro civil cuadran con uno u otro nombre; pero seguro que el telespectador retenía en su memoria reciente el último programa de Tengo una pregunta para usted. El telespectador y el locutor, por supuesto, quien en los pocos minutos que restaban para la conclusión del partido pasó a aludir al guardameta con su solo primer apellido, rehuyendo así -según él mismo reconoció- la posibilidad de suscitar cualquier polémica.

Y es que andan las aguas ideológicas revueltas y me temo quién sea el pescador político de las ganancias.

Tardaremos en olvidar a la terca señora pucelana que, tras documentarse debida y rigurosamente nada menos que en Internet, con vehemencia se obstinaba en llamar Pérez a Carod, incluso a pesar de éste. Y claro, creó escuela, que, en días posteriores, más de uno y más de dos continuaron empecinados con el Pérez de marras en columnas y tertulias.

Tardaremos también en olvidar a aquel otro -no sé si de Pucela o de Marte- cuya tozudez fue la de traducir, quieras o no, Josep Lluís a José Luis, arguyendo -si tal fuese argumento- que yo no sé catalán. Imagino yo a este señor, por mera probabilidad estadística, aficionado al fútbol y, no siendo persona periférica, por ende, aficionado a la selección española. Me cuesta trabajo creer que al hablar de los seleccionados, junto a los Raúl o Joaquín, se refiera el buen señor a Xavi como Javi, pese a no saber catalán. Por aquí no se nos ocurrirá nunca decir Joaquim, mucho menos Sergi Rams o Andreu Ginesta; pero claro, aquí sabemos hablar castellano además. En fin, ahora que pienso, algunas veleidades sí se dan. Debo reconocer que siento algo de vergüenza ajena cuando Josep Maria Pujal hace resbalar de su boca, ese que ese, algunos "Gonsales" venidos de ultramar -en el último partido, Mark González, jugador bético, por ejemplo-. Pero claro, aquí las razones del desatino son otras: el ínclito purista Pujal, cubre minutos y minutos de retransmisión futbolística con disquisiciones fonéticas acerca de la correcta pronunciación de RijKaard, Krkic, Gudjohnsen o Gaúcho, que no Gaucho -por supuesto, ¡con la rivalidad que hay entre brasileños y argentinos, sólo faltaba que no hiciéramos del diptongo hiato portugués y que al riograndense lo convirtiésemos poco menos que en pampa!-. Qué menos, pues, que adecuar también un González o lo que se tercie al dejo sudamericano.

Hay que tener las cosas un pelín claras, caramba, que tampoco cuesta tanto. Seguro que la vallisoletana de pro acude -como fantaseaba teorizando Boris Izaguirre- con periódica fidelidad a su peluquero Michel, a quien no llamará Miguel, por parecerle más arrabalero. Las famosas pastillas a que me refería yo hace nada en otro artículo lo han sido siempre del doctor Andreu y no del doctor Andrés. Y que yo recuerde, durante tanto tiempo de mandato, el President de la Generalitat nunca fue Colina o Mogote; ni Pujol -así, sonando estridente la jota-; ni siquiera Jorge.

Recuerdo a mis padres y a otros adultos de mi infancia y juventud alegrarse de que el protagonista del wéstern de la sobremesa del sábado fuese Yon Güaine: claro, no sabían inglés. Pero tampoco exclamaban Juan Güaine. Seamos consecuentes; los nombres propios sirven para designar inequívocamente a un individuo de entre el resto de los de su misma especie -lo saben hasta los esitos de 1º-. No los traduzcamos, pues; al menos, no a la ligera. Si Vidal-Cuadras se siente tan cómodo siendo Aleix como Alejo, pues bien; pero otra cosa es ya venir a joder la marrana.

Distinto al de los antropónimos es el caso de los topónimos. En adelante, seguiremos yéndonos a Londres y no a London, a Nueva York y no a New York. Ahora bien, será del todo imposible que, una vez allí, acudamos a un concierto de Jorge Miguel o de Marcos Antonio, por muy londinense que sea el uno y muy neoyorquino que sea el otro. Así nombrados, el autor de Faith y el de Mended más parecen actores de telenovela que cantantes pop.

Con razón hay en España quienes nos llaman polacos: ¡les quedamos tan lejos..! Al menos, yo a ellos sí que los siento lejos. Y náuseas, cuando leo algo como lo que David-Gistau escribió sobre Carod en El Mundo:

Fue oír José Luis y a punto estuvo la cabeza de empezar a darle vueltas sobre los hombros como si se tratara de la niña de El exorcista escupiendo puré de guisante: Mira lo que ha dicho la guarra de esta española.

Conste que nunca he votado ERC.

3 comentarios

Juanjo -

Jrd, las dificultades técnicas fastidian aún más cuando administras; pero es que soy virgo y los cambios me ponen de los nervios. De modo que, por el momento, no pienso trasladar la bitácora (migrar es, en todas sus acepciones, intransitivo, como otros tantos verbos que indican desplazamiento; dicho eso, me encanta el uso que le das).

Mari, a los casi conquenses nos pasa lo mismo. ¡Qué esclarecedor ejemplo ofreces con lo del chino! Por cierto, ¿cuál es el dialecto que está de moda? ¿Mandarín, cantonés, wú..? Tranqui, no estoy pensando en apuntarme. Smuac.

Mari -

¡He podido leerlo en una sentada!, a pesar de la dimensión o gracias a sus dimensiones.
Una se siente tantas veces polaca en todas partes, "xarnega" en la cotidianidad y catalana cuando viaja al resto de España. Creo que los medios nos intentan dirigir hacia un pensamiento único en cada lugar. Por eso, en Sevilla, que me encanta y sus ciudadanos también (no vaya a ser que haya malos entendidos), siempre me reciben aludiendo a la injusticia de tener que aprender catalán para trabajar aquí. Pero seguro que muchos van a clase de chino porque está de moda, y no se van a China. La cabezonería de querer traducir los nombres es la punta del iceberg.
Ala, buenas noches. Muac.

Jrd -

Jnj dixit. Ja, ja, ja... muy divertido tu post. Y cuanta razón tienes... !!

Por cierto, Juanjito... haber si migras tu blog a otra plataforma que hay días que es imposible entrar!!!