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A ContraLuz

Poema 20, de Pablo Neruda.

Todavía recuerdo las circunstancias de mi primer encuentro con los 20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada. Recuerdo, como si fuese no ya ayer sino hoy, el lugar exacto, el momento exacto, el zarpazo melancólico exacto de la lectura, con el sol de media tarde tras el ventanal.

Hubo un tiempo en que los jóvenes no podían decirse enamorados si no llevaban la edición de bolsillo en el interior de la americana o en el trasero del pantalón, si no lo regalaban a su rubia querida, a su morena guapa... Pero de eso hacía ya mucho cuando se produjo mi primer encuentro; de modo que, al descubrirlo antes de los 15 años, me sentí un privilegiado.

Casi tres décadas después, sigo volviendo a él inexorable y enamoradamente. No sabría decir cuántas veces lo he leído silente o en voz alta, con la inteligencia o con el sentimiento.  Y, sin embargo, nunca he querido memorizarlo -acaso mi mala memoria no lo hubiese permitido-. Sí, en cambio, he querido siempre compartirlo.

Como ahora.

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche. 

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo. 

 

Desde aquella lejana media tarde en que lucía el sol tras el ventanal, siempre he dicho que era mi poema favorito. Y Me basta así.

2 comentarios

Juanjo -

¿Así que también anidó en alguno de tus bolsillos?

'Juegas todos los días con la luz del universo. / Sutil visitadora [...]'

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Neruda me acompañó un verano bastante difícil en mi vida. Una antología subrayada enterita me ayudó a sobrellevar momentos difíciles. Siempre me gusta volver a sus versos, aunque traigan un puntito melancólico. xx