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A ContraLuz

El archiduque y la señora sin aplausos.

El archiduque y la señora sin aplausos.

"Trío Guarneri", por Vincent Dargent.

Dolors nos había invitado a asistir a la audición de un concierto de cámara que había programado en el Espai xxs de Lloret de Mar. El Trío Guarneri de Praga interpretaba el Trío nº 7 en Si bemol Mayor, opus 97 "Archiduque", de Beethoven, seguido del Trío nº 4, opus 90 "Dumky", de Dvořák.

—¿Dónde nos acomodamos?— preguntó Montse.

Con suerte —pensé—, quedan butacas libres en las primeras filas. Deseaba no sólo escuchar la música, sino oír la resbaladiza sonoridad de los dedos sobre las cuerdas del violín y del violonchelo, el leve crujido del papel al pasar hoja la partitura, la vehemente ansiedad melódica de la respiración de algún músico...

Allegro moderato. No oigo resbalar los dedos ni pasar las hojas; pero Cénék Pavlík parece que, para su violín, reciba en las de aire la inspiración de Euterpe. Y luego espira con igual vehemencia, resuella, gime su pasión y su ardor. Definitivamente, adoro las primeras filas en lo que tienen de perfecta imperfección.

Y las adoro, maguer puedan acomodárseme a la siniestra parte señoras sin aplausos. Fin del Allegro moderato. El pequeño auditorio —Dolors, Montse y yo inclusos— rompe en entusiasta aplauso cerrado para horrísona sorpresa de doña experta en conciertos, quien parapeta tras el ajeno estruendo palmar la queja que susurra: Pobrics ignorants, que no saben quan aplaudir.

Fin del Scherzo-Allegro. Ídem.

Fin del Andante cantabile ma con moto. Ídem de ídem.

Fin del Allegro moderato-Presto. La señora sin aplausos deja de serlo, mientras susurra con notoria suficiencia: Ara sí.

Por supuesto, conozco la regla no escrita de que entre movimientos musicales no se aplaude. Pero el auditorio quiso hacerlo y yo, que juraría haber notado cómo el violinista relajaba sus brazos —enseguida los dejó caer—, me sumé complacido a la muestra de complacencia.

Cuando llegó el turno de Dvořák, no sucedió lo mismo. Tras cada dumka, sólo hubo respetuoso silencio y los seis dumky fueron sucediéndose uno tras otro sin intervalo. Pondría la mano en el fuego y no me la quemaría si dijese que la señora sin aplausos, al conversar con más de medio auditorio durante el descanso, ejerció cierto magisterio docente.

Bueno está.

9 comentarios

Juanjo -

Bien traído.

¿Sabes? La otra noche, Montse me hizo reír nombrándote: refrescó en mi memoria la vez aquella en que le liaste una buena al pobre Tirante, cuando tus manos guiaron las suyas por el cuerpo de Carmesina.

De ahí, hasta dar al traste con la pobre pierna del enamorado, todo es una excelente escena de equívocos picantes y socarrones, propios de la mejor comedia de enredo, "avant la lettre".

Molts B7s.

plaerdemavida -

De vegades penso que és veritat que, com va dir en Raimon, "nosaltres no som d'eixe món" i ens estem de collonades.

Juanjo -

Y los míos para todos vosotros. Vuestra presencia aquí es mi mejor música.

mía -


Para ti,siempre mis aplausos,siempre!

y mis besos...

Shobogenzo -

Amigo Juanjo, es que hay dos maneras de escuchar la música: con el cerebro y con el corazón...

Retiro lo que te dije de mente racional en mi último comentario. Y tienes mi aplauso y mi rosa de turno, que ya debe estar un poco desgastada de tanto usarla.

Besos con violinista incluido!

Belén y Pedro -

Pues ahora nos saltamos nosotros las normas. Prepárate, te vamos a llenar el blog de aplausos, plas,plas,plas,plas...

Besos

Sakkarah -

Es curioso como para todo se hacen normas. En realidad se debería aplaudir cuando sale del alma hacerlo; pero todo tiene que ser tan medido en esta vida...Siempre hay que guardar la compostura socialmente...

Un beso, hiciste muy bien en aplaudir.

Ank -

Al llegar a casa se aplaudio a si misma.

Ocasiones -

No sé, pero si a mí me hubiera pasado lo mismo que a Dvořák, habiendo tenido antes, tal espectáculo, me habría puesto muy nerviosa, y quizás, no habría rendido como debiera después de cada silencio...
Un besote